Viernes 29 Marzo 2024

El chilango de la casa grande. Parte I

frontera-2Bienvenidos. La semana pasada cerramos Júbilo y delirio: expresiones de la frontera, testimonio de Hiram Santiago Cortés Palacios, quien resolvió ejercitar su creatividad dentro de un aparatoso ambiente: la frontera.

Esa diversión contradice su contexto en el que hay que ganarse la vida a empujones y mordidas. Vimos a un mexicano deportado que robusteció su habilidad musical ante la dura conservación en que se afirman los problemas y las dificultades.

Como quiera que sea, nuestro testimonio vislumbró una historia nutrida en contrastes, enriquecida por la relación concreta con su procedencia. Ya no como migrante sino como mexicano Hiram Santiago hace frente a su condición por reafirmar, más allá de lo pasado, un destino favorable.

Adelantó que pese a su vida en Estados Unidos, lugar en el que aprendió a trabajar y quemó la salva de varios años, vive motivado por un nuevo presente. Hoy toca el turno a un nuevo testimonio: Sergio Daniel Benítez.

800 dólares
El cruce ilegal es una travesía complicada, difícil. Los migrantes primerizos tienen, a lo mucho, una remota idea del duro camino que les espera. Sergio, como muchos, es la prueba concreta de esto. Pero con él surge una condición peculiar.

“Yo viví en México D.F. hasta los 18 años. En Tepito. Allá si quieres problemas tendrás problemas, si no, no. Todos tranquilos, como si nada. En realidad nunca había trabajado, un cuñado mío me invitó como residente de obra a Michoacán, a un pueblito mágico que se llama Buenos Aires. Era arquitecto del lugar y la gente lo conocía.
Estuve algunos meses allá, cerca de un año.

“Para mí la migración era un asunto muy distante, apenas conocía al respecto. Mi error al principio fue pensar que se trataba de cualquier cosa, además estaba inmaduro y joven.

frontera-1“Me guiñó la idea de cruzar en diciembre de 1999, en Buenos Aires. Los ‘norteños’ llegan a las fiestas, visitan a sus familias y traen regalos. Jinetean sus experiencias y hacen gala de la adopción de costumbres gringas. Inspiran a los más jovenes al cruce y aprovechan para galantear con las muchachas. También se montan en camionetas lujosas compradas con las remesas que mandan. Ese regreso a casa es también ocasión para ponerse al día, para galardonar los objetivos alcanzados. La fiesta es bonita, tamales y dulces de leche, buñuelos, ponche y, desde luego, licor. Al terminar todos regresan a la travesía.

“Yo quería eso, quería sentirme así, aunque estaba consciente del golpe, de la realidad del trabajo, lejos de la familia esperando el siguiente diciembre”, relata.

Sergio fue invitado a cruzar precisamente en una de esas fiestas navideñas. No sospechó nada de lo que vendría.

“Vivía en la casa de mi cuñado, la casa más grande y contrastante del pueblo. Las casas de los ‘norteños’ todavía no estaban como la de él. Ninguna otra casa en Buenos Aires gozaba del mismo espacio. Un día me dijeron que se irían a Estados Unidos, todo fue muy rápido, yo acepté.

“No pensé bien nada. Lo hice de bote pronto, agarré la oportunidad con el empeine y le di como venía. Junté mis cosas, mil dólares que me dieron mis papás y yo tenía 5 mil pesos.

“Partimos el 6 de enero de 1999”.

Sergio me comentó que no se arrepiente de su decisión aunque haya sido a las bravas. Gracias a ello se percató de ciertas ideas un poco extravagantes e incluso fantasiosas sobre la migración.

“Mis papás no viven mal, tienen para solventar sus gastos. Por eso pudieron darme dinero. Yo lo hice porque resultó una experiencia interesante. Pero cuando estás allá, con personas cuya intensión es mejorar su nivel de vida la cosa cambia. Maduras, te cae el veinte y ves que somos muchos los jodidos. Esa gente en realidad necesita hacer algo para vivir, aunque se les vaya la vida en buscarlo.

“Cuando accedí a irme junté el dinero, telefoneé a mis padres y les comuniqué el plan”.

fronteraPrimer intento
“Traté de cruzar dos veces porque la primera fracasamos.

“Partimos a Altar Sonora. Ese es un punto de fuga, justo frente a Estados Unidos. Nos dijeron que fuéramos a ‘La tiendita’. Ahí venden productos básicos: agua, atún, galletas saladas. Uno se arma de lo necesario. Esperamos. Cuando llegó ‘el levantón’, camioneta en la que se transporta a la gente que va a cruzar, ya estábamos congregadas cerca de 150 personas. Nos subieron a todos. Se trataba de una 350 con redilas. Apenas podíamos voltear la cabeza, empecé a sentir que estaba haciendo algo innecesario y muy peligroso.

“‘Caminaremos por 8 horas’, eso dijo el pollero. Así fue, toda la noche, hasta que llegamos a un arroyo. Sin percatarnos, las camionetas llegaron por todas partes, nadie hizo nada, estábamos cansados y la redada cayó de la nada. Nos agarró la migra.

“Fuimos trasportados hasta Tucson, Arizona. Permanecimos todo el día hasta ser deportados a Nogales. Mi primer intento fue un fracaso y una bofetada que abrió mis ojos y me quitó la venda.

“Al día siguiente ya estaba en Nogales Sonora, con seis de mis amigos de Buenos Aires. Para ellos era crucial lograr pasar, así que hicieron algunas llamadas y encontraron un contacto que nos pasaría nuevamente.

“Yo estaba en problemas. Tenía menos dinero, estaba en Sonora y no podía regresar. Aunque no pensé hacerlo, sabía que corría peligro. Luego de dos días de espera en un hotel arreglamos el trato y partimos nuevamente al Altar Sonora.

“Dos días después estábamos nuevamente en Tucson. El camino fue una tortura, creí que no llegaría. Ese día me dio una fiebre y tuvimos que caminar tres noches con sus días.

“Al final, llegamos a Tucson. Yo me quedé dormido en la camioneta, escuché a uno de mis amigos que dijo:

“‘Ya estamos aquí. Conmigo viene el chilango de la casa grande’.

“Me cobraron ochocientos dólares para pasar”, dijo.

 

FOTOS: JONATHAN GONZÁLEZ

 * Jonathan Conetl González es egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Aunque es zacatecano actualmente vive en Mexicali donde realiza una investigación sobre el fenómeno migratorio. Terminó su primer libro de cuentos 'Palabras en primera persona' y el cuadernillo de poemas 'Distancias interiores'.