Jueves 28 Marzo 2024

José Rascón, huellas disueltas entre polvo y hierba. Parte III

rascon-2

Parte III: Caminos rotos, pasos truncados

El domingo pasado este Testimonio Migrante relató la historia preeliminar de lo inminente: José Rascón estaba a punto de perderlo todo. Vio la migración desde dentro, conoció los campos de cultivo norteamericano en que se enfiló con mexicanos cortando tomate, lechuga y chile y que igual que él exploraron éxtasis de las drogas, justamente en la generación del LSD, los ajos, ácidos, la heroína y la cocaína. Subterráneo subterfugio.

Su historia, fecunda en intentos de cruce ilegal, continuó hasta terminar en la cárcel y la clandestinidad. Finalmente, José regresó a México para arreglar su vida y lo hizo de singular manera.

En esta tercera parte se anticipa su actual proceder mientras nos cuenta los pasos transcurridos en el México que encontró luego de 40 años de idas y vueltas hacia estados Unidos hasta finalmente regresar por Calexico.

“En ese entonces, esta parte de la frontera de México no era como ahora. Era más escurridiza, eso sí. En ese tiempo aquí pasaban cosas que no llegaban al centro de la República. Allá estaban haciendo otras cosas. En 1968 las Olimpiadas no llegaban a Baja California, no por los medios cotidianos.

“Por ejemplo, el conflicto estudiantil de Tlatelolco se reprodujo un poco allá en San Luís Río Colorado, pero con menor resonancia. Acá hacían un poco lo que veían de allá.
“En realidad aquí nos concentrábamos en trabajar porque no teníamos muchas cosas que hacer, todo era entre nosotros y mucha de la gente era de paso.”

Desdén rojo
rasconJosé Rascón me comentó que luego de su último encarcelamiento pudo salir libre bajo fianza. Con ello vino el ultimátum norteamericano: de volver a ser capturado, podría pasar varios años en la cárcel.

“Cuando me agarraron la sentencia fue muy clara, así que decidí regresar a México. Me establecí aquí en Mexicali, donde pude comprar una casa gracias a la ayuda de mis hermanas.

“Al principio batallé mucho por las drogas y por las carencias. No tenía trabajo. Finalmente estudié inglés. Yo lo hablé desde joven y mi acento no era distinto del de un norteamericano. Así pude entrar a dar clases al colegio Santee.  

“Conocí una faceta mía que nunca había emergido. Me dí cuenta de que soy bueno enseñando. A los niños les gustaba mi manera de dar clases y, de pronto, ya estaba muy comprometido con mi trabajo. Pero las drogas te persiguen siempre, van haciéndote una trama adentro que se junta hasta que de plano te hace un nudo y tienes que quitártelo de encima. Y pierdes el control.”

Su trabajo como maestro se prolongó durante 4 años, pero el abuso del Espacil tenía que cobrar factura.

“Cuando iba a las clases mi pierna ya estaba mal. No podía estar de pie mucho tiempo. Tenía que descansar a cada rato y los dolores eran tan fuertes que sudaba, solo que no me gustaba demostrárselo a mis alumnos, que eran apenas unos niños.

“Tenía que aplicar un torniquete a la pierna, pero al rato sangraba, supuraba mal olor y me veía obligado a cojear todo el tiempo, tenía que soportar los terribles dolores frente a la gente.

“Al llegar  a la casa me quitaba el vendaje y era muy incómodo. Nomás la retiraba, chorros de sangre salían de mi pierna, escupidos con desdén rojo. La sangre que perdía no se reponía, eso me agotaba, los dolores y mi delirante recaída a la heroína. Finalmente perdí mi trabajo”, dijo Jorge Rascón.

Luego de esto, José tuvo que ser intervenido de emergencia. El diagnóstico: venas atrofiadas. Amputación inmediata.  Al perder la pierna se fue también el trabajo y por si fuera poco, las drogas regresaron.

Tras caer en depresión, José Rascón se inmovilizó durante un año. Su esposa es hasta ahora quien le ayuda a mantenerse sin recaídas.

Los pasos transcurridos
rascon-4Tocar fondo es pisar de lleno. Abigarrarse del escenario y andarse a las anchas en lo que uno hace. José abusó de las drogas perdiendo su trabajo y una pierna. Eso le acarreó una depresión que todavía tiene secuelas.

Sus pasos se acortaron. Luego de esa tragedia José encontró cierto vigor. Se permitió avanzar, desarrollarse y crecer, comprometido consigo mismo.

Cuando me di cuenta de lo que hice me sorprendí tanto que estuve varios días sin pensar en nada más. Estaba abstraído. Encontré un balance, equilibré lo bueno y lo malo hasta apostarle a lo que hice bien. Y así, luego de permanecer días sin dormir, comer o hacer cualquier cosa por estar pensando inmóvil, descubrí que podía seguir a pesar de todo.

A continuación ya estaba planeando en salir. Quería ver todo nuevamente, tanto que seguí con las drogas. Todo era parte de un plan. Lo que ahora sé es que tengo que alivianarme, mejorarme, aunque a veces me causan mucho asombro los cambios que he sufrido.

“Un día vi a la directora del colegio Santee, donde trabajé dando clases de inglés y lugar en que aprendí buenas cosas. Pero ahora no estaba por llegar al aula. Ahora estaba en el camellón en mi silla de ruedas, buscando un poco de dinero con los automovilistas. Ella me dio 50 pesos”.

No obstante, José se ha abrigado en la idea de estar bien. Cuando le comenté sobre Testimonios Migrantes, luego de fumar un cigarro me dijo.

-Está bien, yo tengo muchas cosas que contarte.

 

José Rascón, huellas disueltas entre polvo y hierba Parte I

Parte II.- El lado de allá: los pasos transcurridos



FOTOS: JONATHAN GONZÁLEZ

* Jonathan Conetl González es egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Aunque es zacatecano actualmente vive en Mexicali donde realiza una investigación sobre el fenómeno migratorio. Terminó su primer libro de cuentos 'Palabras en primera persona' y el cuadernillo de poemas 'Distancias interiores'.