Viernes 29 Marzo 2024

Héctor Adelio, pinceladas con tinta negra y caos. Última parte

frontera-4Ultima parte:  Los rostros en México

Gracias a su testimonio hemos vislumbrado un poco la silueta de Héctor Adelio. La primera parte narra su condición primeriza como migrante, infancia en que comprendió la franja que sitúa límites, distancias y diferencias. En las partes segunda y tercera conocemos sus conflictos de adolescencia, su caída en la cárcel y el rechazo que sufre también al volver a su país. Vimos multiplicar las rutas que habría de seguir antes de encontrar la lucidez con la que sublevó el caos. Lo que presentamos a continuación es el cierre de este testimonio.  Knock out, golpe fulminante.

Pero vemos también que la ruta se traza continuamente para Héctor, dejando nuevas huellas.

“Lo que fue, fue”, bien expresó él mismo.

Aunque esta galería de tinta negra y caos es el relato de una vida, aspira a mostrar una realidad semioculta: la del migrante.

Héctor, salvado de ella, es parte de ese mundo híbrido, en que lo mexicano permanece difuso y lo gringo no alcanza a cuajar tampoco. Afortunadamente, las tintas van cambiando de tono.

frontera-2Habrá que ver otras páginas y rutas.

Cuando Héctor salió de la cárcel fue deportado a México por la frontera de Mexicali. Vivió en la colonia del Cóndor, al sur de la ciudad, que forma parte de un sector que todavía hace 20 años era de cultivo y es conocido como Palaco. Se trata de un barrio joven, que combina duplex y casas de una planta, todas, evidentemente, de interés social.
Generosa en boxeadores, cholos y gente trabajadora.

“Cuando llegué al Cóndor mi mamá todavía estaba en Estados Unidos y me ayudaba con los gastos. No vivía tan mal porque tenía lo necesario.

“Conocí a un cabrón. Es más chico que yo, ahora debe tener unos 20 años. No hablaba español, nos juntamos para  ayudarnos mutuamente. En la casa teníamos todo. Los cholos empezaron a notarnos. Mi inquilino se decía peligroso, aventándose el verbo de asesino y esos rollos.

“Un cholo se molestó porque yo hablé en inglés. Me dijo Plástico. Que yo era reciclado de Estados Unidos. No quería problemas y traté de salvar la situación”, me comentó.

Héctor cumplió una larga condena carcelaria. Los cargos: intento de asesinato.

Las condiciones cambiaron y dejó de ser migrante para sumirse en una mexicanidad para él desconocida.

“Nunca imaginé que allá fueran más respetuosos que aquí en México. Allá me dieron una bienvenida, aquí cada quien se rasca con sus propias uñas”, confesó.

frontera“La gente por la que me partí la cara era la misma que aquí venía a criticarme”, agregó.

El migrante bilingüe tiene un comportamiento distinto. En cierta medida se connota de mayor prestigio entre los deportados. Para otros, no es más que plástico reciclado.

“Yo no creí que les molestara mi inglés, pero sabía algo al respecto. Allá no me andaba con juegos de peleas y palabrerías. Traté de platicar para solucionar las cosas con esa pandilla, con su hommie, el chilo. No quisieron.

“Ese mal día, cuando salí a la calle me preparé con un cuchillo. Me rodearon pero no sentí miedo. No iba a dejar que me golpearan. Mi inquilino estaba lejos, viendo, con miedo.

“Empezamos a pelear, él hablaba mucho. Se me acercó y lo golpeé, sabía moverse pero no me daba mucho. Vi que metió su mano dentro de la playera, quería asustarme, en realidad no se iba atrever a hacer nada. Yo saqué el cuchillo y le dí.

“Atravesó parte del estómago. Nomás gritó: ¡Ahh!  Estuvo un buen rato en el hospital. Cuando la policía llegó sabía que el pedo estaba empezando. A mi inquilino no lo quiero ver. Todavía le tengo coraje.

“En la cárcel estaba El Nalgón, mero chilo del Cóndor. Hablé con él, ya me conocía y llegamos a un acuerdo para no tener problemas.

“Así estuve mucho tiempo hasta que finalmente salí de ahí.

“Ahora estoy libre y pienso hacer otras cosas. Ya empecé a trabajar”, dijo.

frontera-1Por los que se vuelan la barda
Generalmente, los migrantes trabajan en las zonas fronterizas y encuentran trampolines, estancias breves en las que logran reunir dinero para el pollero y gastos básicos antes de los nuevos intentos.

Singular y habitual conducta. El parque más cercano a la garita fronteriza, “Del mariachi”, es casa de muchos indocumentados que intentan cruzar la frontera siguiendo ese patrón. Muchos de ellos lo logran, la gran mayoría no.

Héctor salió de la cárcel gracias al careo que tuvo con la persona involucrada.

“Lo vi antes del careo, es cholo. Nunca me imaginé lo que me dijo: Te voy a ayudar, sé que todo lo hiciste para defenderte y porque eres derecho, yo también soy derecho. Vas a decir que fue una pelea, eso te va a ayudar mucho.

“Así lo hice. Nos careamos y él cumplió con su palabra. Luego de eso la resolución fue a mi favor y salí al poco tiempo”, me dijo. Luego continuó:

“Antes, cuando no había nadie, me dijo:

-Cuídate, si te veo te voy a matar-. Yo le respondí que se cuidara también, Pero además le hice una aclaración:

-Si le haces daño a mi esposa, mi hija o a cualquiera de mi familia te irá muy mal a ti y a los tuyos-. Entendió que yo también iba en serio”, dijo incómodo y sofocado por el coraje.

Héctor y el individuo en cuestión llegaron a un acuerdo, mismo que sigue vigente.

frontera-3Si se encuentran en la calle, solos, acaso puedan lastimarse, si van acompañados, ninguno se conoce, nadie dice nada. Extraña solución.
Héctor argumenta estar tranquilo.

“Mira –me dijo- uno no va a dejar de hacer lo que tiene que hacer, solo que ahora yo veo más claro”.

Fumamos un cigarro y la persona que vi en principio había cambiado, un Héctor distinto, más maduro y lúcido.

Cruzó su caos cotidiano para ampararse en su entorno, familia e hija Krishna.

El combate en su vida apenas empieza, su camino, seguramente largo, se antoja saludable y, en justas dimensiones, equilibrado.

museoHéctor Adelio Padilla Valenzuela. Hombre claro y en crecimiento, luego, después de todo.

 

Parte I. El Limbo de la deportación y el Infierno de la discriminación

Parte II. Borderland, la noche de los cinco años

Parte III. Sunset, la intemperie migrante

 

* Jonathan Conetl Gonzalez es egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Aunque es zacatecano actualmente vive en Mexicali donde realiza una investigación sobre el fenómeno migratorio. Terminó su primer libro de cuentos 'Palabras en primera persona' y el cuadernillo de poemas 'Distancias interiores'.