Jueves 28 Marzo 2024

La demagogia como destrucción creativa

Hace ya meses que Peña Nieto comenzó algo así como una cruzada contra la demagogia, aquella herramienta política consistente no sólo en el discurso, sino en las formas de actuar. Seguidores de López Obrador han salido a la calle, han publicado en redes sociales y han escrito en artículos de opinión en varios medios de comunicación para decir que, naturalmente, las opiniones de Peña son un ataque contra el líder máximo de Morena, ya que el copetón tiene miedo, ya escucha pasos en la azotea.

En un principio, demagogia significó degeneración de la democracia, una forma impura de gobierno en la que ésta (la democracia) podía caer. La demagogia era una forma corrupta y degenerada de la democracia, Aristóleles definió a la persona demagoga como a la corruptora del pueblo. Después, como asegura Rodrigo Borja, la palabra demagogia vino a significar otra cosa: un estilo engañoso o irresponsable de ejercer el poder o de hacer política, que promete a los pueblos el paraíso terrenal a la vuelta de la esquina. Discurso demagógico es el que ofrece lo que no podrá  cumplirse, el que alienta infundadas esperanzas, halaga las pasiones de la multitud o juega con sus anhelos.

Sólo 2 ejemplos: cuando Peña Nieto designa como secretario de la función pública al tal Andrade, está siendo demagogo; el tan ansiado aseo de la administración pública no ha de venir. Cuando López Obrador nos dice que nacionalizará nuevamente los recursos naturales víctimas del extractivismo, en especial los hidrocarburos, también es demagogia pura. Para mí, ambos discursos son las dos caras de una misma moneda.

En el ámbito local también contamos con actitudes demagógicas; la administración “alonsera” ha hecho fiesta en repetidas ocasiones, cuando ha publicado leyes varias, brindándonos la idea de que por fin muchos de los problemas más sentidos se terminarán, pero esas leyes no cuentan con reglamentación alguna para su correcta aplicación, y así tenemos que, según declaraciones de Uriel Márquez Cristerna a NTR:

“El listado de los reglamentos en los que se trabaja, incluye los de la Ley de Desarrollo Rural Integral Sustentable, que fue publicada en el Diario Oficial el 30 de noviembre de 2013, así como seis leyes publicadas en 2014, entre las que se encuentran la Ley de Atención a Víctimas del Estado de Zacatecas”.

Para el caso que nos ocupa me preocupa más este discurso: Fito Bonilla anunciando que el problema del desempleo disminuirá pronto con  las decididas acciones del gobierno del que forma parte; ha hecho el anuncio, junto con Miguel Alonso, de la llegada de la empresa Lear Corporation, de autopartes (asientos para automóviles) a la ciudad de Fresnillo. Acción que mejorará, aseguró Alonso, la calidad de vida de la población.

Regresando al caudal originario de este artículo; ¿qué tiene que ver la demagogia con la destrucción creativa innata al capital?

El capital, para sobrevivir  a las crisis  propias de su estructura (excedente de trabajo: desempleo y excedente de capital: sobreabundancia de mercancías), necesita reacomodarse espacial y temporalmente. Claudio Lomnitz en artículo publicado en la Jornada (09/09/15) y José Antonio Rojas Nieto, en artículo publicado en el mismo diario (29/09/15), nos advierten, entre líneas, del reacomodo espacio-temporal que el capital está orquestando y que aplica en América Latina desde hace más de treinta años.

Lomnitz nos advierte: “Hay economistas que calculan que más del 40 por ciento de los trabajos de Estados Unidos podrían desaparecer en los próximos años debido” al desarrollo de robótica y otras tecnologías. Rojas Nieto nos demuestra cómo el PIB estadounidense va creciendo de la mano de la deuda: del año 2007 al año 2014, la deuda global de nuestros vecinos no ha sido inferior a tres veces su producto… desde el punto de vista de los acreedores, el más importante de ellos es el de los bancos y financieras de depósito, a los cuales se deben 10 mil 900 billones de dólares.

Basta leer a David Harvey para comprender lo que sucede. En su “Nuevo Imperialismo”, Harvey asegura que los “…excedentes (de capital) pueden ser absorbidos por: (a) el desplazamiento temporal a través de las inversiones de capital en proyectos de largo plazo o gastos sociales (tales como educación e investigación),los cuales difieren hacia el futuro la entrada en circulación de los excedentes de capital actuales;(b) desplazamientos espaciales a través de la apertura de nuevos mercados, nuevas capacidades productivas y nuevas posibilidades de recursos y de trabajo en otros lugares; o (c) alguna combinación de (a) y (b)… La reasignación de los excedentes de capital y trabajo hacia estas inversiones requiere de la mediación de las instituciones financieras y/o estatales capaces de generar crédito. Se crea una cantidad de “capital ficticio” que puede trascender el consumo actual para asignarse a proyectos futuros, como construcción o educación, que revigorizan la economía… Si los gastos en el ambiente construido o las mejoras sociales prueban ser productivos (es decir, facilitan a futuro formas más eficientes de acumulación de capital) los valores ficticios se amortizan (ya sea directamente a través de la deuda o indirectamente en forma de mayores ingresos por impuestos que permitan pagar la deuda pública).

Si analizamos estas líneas, ¿quién no es demagogo? Ni el mismo Mujica logró escapar a ésta lógica porque, simplemente es imposible; es estado fue creado para administrar el capital. Un buen gobierno, con un gabinete brillante, que intente escapar a esta lógica no será sino un gobierno mediocre y, si quiere sobresalir por la política social que aplique, no estará sino repartiendo las migajas que caigan del gran plato de la economía global, administrando la pobreza.

Fito Bonilla y Alonso no sólo son demagogos, son peligrosos. Pero, ¿qué sucede con las izquierdas zacatecanas, que nos dictan un discurso parecido?

“El capital, en su proceso de expansión geográfica y desplazamiento temporal que resuelve las crisis de sobreacumulación a la que es proclive –continúa Harvey-, crea necesariamente un paisaje físico a su propia imagen y semejanza en un momento, para destruirlo luego. Esta es la historia de la destrucción creativa (con todas sus consecuencias sociales y ambientales negativas) inscripta en la evolución del paisaje físico y social del capitalismo”.

¿Qué podemos hacer? Nos queda la CONSTRUCCIÓN FESTIVA que tan sólo destruye aquello que nos separa de la naturaleza y degrada nuestra humanidad.

*Estudiante de Derecho y miembro de #YoSoy132
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