Martes 23 Abril 2024

Tatuajes y cutting, pertenencia y grito de ayuda ante el dolor

Antonio Bello Quiroz, de la Escuela Libre de Psicología de Puebla, impartió el Seminario “Tatuaje y Cutting. El cuerpo y las escrituras del dolor” en el Auditorio de la Unidad Académica de Psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

Ahí, el psicoanalista recordó que el tatuaje se remonta a 3 mil años de antigüedad; regularmente se lo realizaban en el cuerpo humano con un fin de pertenencia e identidad y como signo de valor o de conseguir un determinado estatus en el grupo social a los que pertenecían los individuos.

Tanto así que se han encontrado evidencias de cadáveres momificados con marcas en sus cuerpos.

Bello dijo que el tatuaje se ha realizado como marca en diferentes momentos representando diversos motivos, esa marca circulaba con una organización cultural, social con establecimientos claros como los que se hacía en los ritos de paso, con una marca en el cuerpo que daba lugar del niño en hombre para algunas culturas.

Agregó que este tipo de prácticas estaba socialmente determinaba, así viviría el sujeto, estableciendo un vínculo permanente mediante esta experiencia radical de transformación, lo que le daría un estatus distinto por adquirir una señal permanente en el cuerpo que lo diferenciaría de los otros pobladores.

Sin embargo, comentó que en la actualidad esta práctica se encuentra generalizada, “sin un discurso que los sustente, es decir, cada uno responde a una condición particular, muy singular”.

Tatuarse el cuerpo sigue teniendo una doble cualidad. Por un lado genera identidad, dándole al individuo un sentido de pertenencia y tratando de introducirse a determinado grupo social, como el pertenecer a una pandilla, a una banda.

También tiene una cualidad erótica, no desde el punto de vista genital, aclaró el especialista, “porque está hecha para hacer una llamada a que el otro me vea, eventualmente todo lo que se hace para que el otro me vea tiene carácter seductor”.

Bello Quiroz abundó que el individuo lo hace para tener la mirada del otro, entonces las marcas en el cuerpo tienen la cualidad de ser un símbolo de pertenencia y por otro lado de ser erótico.

En todas las épocas todos estos signos de pertenencia o estás formas de declaración erótica estaban claramente establecidas, “hoy están perdidas y cada uno busca su propia identidad, su propio diseño, su propia representación, porque no hay una representación que garantice la pertenencia a un determinado grupo”.


Cutting y el dolor interno
Es considerado como un hábito de autoinfringirse heridas con el fin de expresar sentimientos por esa vía, ya que el individuo no tiene la capacidad para expresar su sentir por otra vía.

Generalmente se trata de adolescentes que liberan sus angustias emocionales cortándose los brazos, los muslos o el abdomen con cuchillos, tijeras o cortantes, afirmó el psicoanalista Antonio Bello Quiroz.

Aclaró que estás personas buscan llamar la atención de sus seres queridos o de los que están en su entorno, por lo que el objeto no es ni suicidarse, sino aliviar esa falta de expresión y un dolor contenido.

El especialista agregó que, aunque el sujeto no busca arrancarse la vida, sus acciones vienen acompañadas con ideas suicidas.

Dijo que hay un debate sobre si esto es así, sobre el hecho del porqué el sujeto se haría marcas o heridas que pongan en riesgo su vida, “y no es que ahora haga una marca más profunda, porque si no ahí sí nos hablaría que definitivamente tiene la intención de hacerse un daño”.

Agregó que cuando son marcas repetitivas, más que de profundidad, el sujeto está enviando un mensaje en el que insiste una y otra vez en hacerse daño relativo, con lo que deja entrever que quiere seguir hablando a través de las marcas, por el dolor, para que lo vean.

Antonio Bello Quiroz cerró el seminario afirmando que en la persona que práctica el cutting hay algo que no acomoda y que le incomoda a niveles psicológico y psíquico, algo que no termina por entender y ese no saber es insoportable.

Aclaró que para esa persona es más fácil hacerse una marca que contenga eso, que de otra manera queda totalmente expuesta a no saber.

Eso es doloroso, porque es un dolor interno, que el otro no escucha, y la persona tiene con la marca permanente en el cuerpo un descanso al tiempo que contiene el suicidio.

Antonio Bello Quiroz es catedrático e investigador de la Escuela Libre de Psicología de Puebla, docente de la Maestría en Terapia Psicoanalítica de la UAP, fue fundador y director de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura en Puebla, director de la revista en Líneas, miembro de la Escuela de la Letra Psicoanalítica, autor de los libros “Ensayo sobre crimen”, “Menciones sobre la muerte”, “Pasionario” y “Resonancias del deseo”.