Jueves 28 Marzo 2024

Incendio convierte en chatarra dos vehículos

Desde diferentes puntos de la ciudad se veía una gruesa línea de humo negro. El lugar de donde provenía era una cochera ubicada en la calle Luis Enrique Bracamontes número 120, en la colonia Barros Sierra; la causa, un par de automóviles se incendiaban.

Decenas de personas veían cómo personal de la Dirección Estatal de Protección Civil y Bomberos intentaba sofocar el fuego, que comenzó alrededor de las 2:30 de la tarde.


Omar Alvarado Solís, dueño de la cochera, llegó al lugar media hora después en una camioneta de su trabajo, de manera presurosa. Se subió a la banqueta, la dejó mal estacionada y corrió a la cochera.

No podía creer que la camioneta, Ford Windstar, verde, y el auto Nissan, Sentra, gris, se consumieran por las llamas. No se explicaba la razón de que estos bienes que tenía tan bien guardados se perdieran en unos minutos.

Para protegerlos mejor, incluso había colocado unas lonas que evitaban que se ensuciaran con la mezcla de construcción de un edificio ubicado en la calzada Reyes Heroles.

Sin embargo, la lona que brindaría más cuidado a sus automóviles ayudó a su pérdida, sumado a una chista que cayó del último piso de la edificación vecina, donde ponían un techo de láminas, que soldaban a las estructuras de soporte metálicas.

Una chispas que saltaron al terreno de Omar Alvarado, quien tiene su vivienda cerca, provocaron que las lonas comenzaran a quemarse y las llamas envolvieran la Windstar, cuyas llantas comenzaron a prenderse. A los pocos minutos el fuego estaba al interior de la camioneta y el humo era evidente.

Los primeros en llegar fueron elementos de la Policía Municipal Preventiva, luego, un camión de bomberos para hacer frente al fuego con miles de litros de líquido extintor.

Los vidrios del vehículo tuvieron que romperse para vaciar el agua de la manguera. Para llegar a otros puntos se usaron extintores, pero parecía insuficiente, ya que el voraz fuego aparecía debajo de la llanta, junto a un asiento, cerca del motor.

Al final la bien cuidada Windstar quedó hecha chatarra, sólo útil para venderse por kilo de fierro.

Cuando parecía que la situación estaba controlada, el Sentra, estacionado a un metro y que parecía que se había salvado de la avidez del fuego, comenzó a arder; las llamas casi abrazaban al bombero que estaba cerca con la manguera.

Aunque menos dañado a simple vista, por dentro la tapicería estaba completamente quemada; también los circuitos, y, al igual que la Windstar, en unos minutos se convirtió en una unidad inservible.

“Ni modo, ya pasó”, decía uno de los familiares, mientras decenas de personas, principalmente estudiantes que salían de clases, veían a unos metros y desde un punto de vista privilegiado el incendio como un espectáculo.

 

   

   

  

FOTOS: LEONARDO MORENO