Alimentar del seno materno disminuye el riesgo de cáncer de mama y cérvicouterino, favorece la baja de peso de manera natural, genera un vínculo afectivo estrecho con el hijo y repercute económicamente al no comprar fórmulas lácteas y biberones.

La leche materna tiene afinidad bioquímica exacta por especie, por lo que el bebé asimila todos los nutrientes que requiere, especialmente el hierro, gracias a la lactoferrina, proteína que no es posible sintetizar y no está en las fórmulas.

Protección inmunológica para el bebé es otro de los beneficios, especialmente contra infecciones gastrointestinales y respiratorias, principales causas de enfermedad y muerte en recién nacidos.

Un bebé criado con fórmulas tiene 14 por ciento más de riesgo de contraer estas enfermedades, informó el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) en la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se realiza del 1 al 7 de agosto.

Bajo el lema “Amamantar y trabajar, ¡logremos que sea posible!”, el Instituto ha emitido una circular a las 35 delegaciones del país para que de manera paulatina habiliten lactarios en los centros de trabajo.

Como política permanente, el Issste promueve la lactancia materna en todas las unidades médicas de primero, segundo y tercer nivel de atención, a través de grupos de apoyo conformados por personal de salud y madres con lactancia exitosa que comparten su experiencia y motivan a madres embarazadas o recién paridas.

Durante las consultas de control prenatal, las derechohabientes son sensibilizadas en cuanto a los beneficios y ventajas de amamantar a su bebé, las propiedades nutricionales de la leche humana, las técnicas correctas para hacerlo y los métodos de extracción manual de leche.

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