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    Camino del pensar

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    Un aire inteligente, sobrio, fresco, sopla en la comarca de jerezana con la puesta en circulación del gran libro del periodista Mario Murillo. Se llama REALIDADES como si dijera revelaciones. El propio título alude a una fórmula de singularidades descubiertas ante el lector. La perseguida realidad, por todos ansiada, es entregada en cada artículo del periodista mirándola por el rabillo del ojo.

    Dice José Ortega y Gasset que la cortesía del filósofo esta en la claridad. ¿Habrá cortesía en los periodistas? La claridad es un ingrediente muy importante en los textos de Mario Murillo. En este trabajo de clarificar las opiniones, asimismo el autor apuesta por reflexiones profundas y breves. Expuestas con el detenimiento necesario para proponer a sus lectores la consideración de nuevas perspectivas. Es una escritura concisa, sencilla, directa, sutil y astuta.

    Respecto de la batalla contra el cinismo en el periodismo, sostiene Ryszard Kapuscinski:

    Nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea cínico. Es necesario diferenciar; una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes. Esto es absolutamente necesario, de otro modo no se podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la profesión de periodista. El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria.[1]

    Contra el cinismo en el periodismo hay que oponer una resistencia comprometida con el escepticismo. El escritor de la prensa va por la vida dudando de todo. No es una cuestión personal. Debe verificarse lo mejor posible los dichos y los hechos. Ha de intentarse siempre anclar los dichos con los hechos.

    Un quehacer dubitativo emerge de las páginas de este libro. Con pleno dominio de sus facultades, Mario Murillo está calificado es conocedor y competente para desplegar sus opiniones y hacerlas públicas. Vuelve sobre las cosas para entender mejor y compartirnos su reflexión profunda y fresca. Hay un ejercicio de la opinión pública. Todo se sopesa; pasa por la balanza, hay crítica. Piensa, rememora, equilibra sus juicios, baila sobre las cosas hasta lograr la pirueta que lo muestra cabal entendedor lo mismo de artilugios que de artes.

    Por un lado, el lector agradece el tratamiento de los temas de una forma concisa, por el otro, se beneficia del abordaje inteligente, no obstante lamentarse de esa brevedad. Queda la idea de que los tópicos acaso necesitan un desarrollo más detenido. En efecto, es de lamentar cerrar el comentario, pero queda una duda latiendo, el asunto es más relevante de lo que parece; en realidad, el autor ha preferido esa latencia de los temas, hace que resuenen en la cabeza, echando sobre la conciencia la reflexión continuada, en todo caso, persiguiendo la propia opinión del lector.

    Hay que recordar que resulta de vital importancia para la columna periodística la práctica del discernimiento del presente. Con ello se quiere comprender mejor la modernidad a cuestas.

    El ejercicio periodístico encuentra en la columna su colaboración más sabia. La personalidad principal de la columna periodística consiste en que permea los acontecimientos mediante la crítica y la opinión pública se solaza con su mejor vocación, la formación y el aprendizaje que nos hace mejores ciudadanos.

    El buen oficio de columnista vuelve a dignificarse en estas páginas inteligentes de Mario Murillo. Hay en estas páginas un ejercicio periodístico capaz de construir una tribuna donde dirimir diferencias mediante el posicionamiento directo y claro. Sus explicaciones bien documentadas evocan al mejor Manuel Buendía o refieren a la suspicacia de Miguel Ángel Granados Chapa.

    Una suerte de lealtad a la opinión pública vuelve más interesante esta perspectiva de Mario Murillo. En los textos que comentamos hay una capacidad para el diálogo. El reto consiste en convocar al encuentro con las ideas del otro. Un escenario donde importa tanto lo dicho como lo que está por decirse a propósito de lo expuesto. En la experiencia puede disentirse. Pensar de tal o cual manera importa por la posibilidad de dialogar, de encontrarse en la comprensión sobre el asunto.

    Murillo es un periodista que encarna la vivacidad ante la circunstancia. No se cree las historias que la gente cuenta y va más allá con tal de entender los hechos. El escritor encuentra la forma de indagar a toda costa todo de aquello de que habla. Siempre más allá de la anomalía, en la medida en que apuesta por la comprensión que tolera y enriquece. Evoca la figura de la prensa fiable. Asume como su premisa mayor que entre todos sabemos mejor.

    Además de los aciertos señalados, hay un trabajo impecable típico de esta editorial. Con una viñeta de Anael Tritura en la cubierta en la cual destaca la recreación alegórica del periodismo en clave de complicidad. Periodista dubitativo y enclaustrado en el presente. El arte de esta obra plástica entrega al lector el encuentro con la suspicacia y la desmesura de la imaginación que persigue la sobriedad y la mesura.

    Todo respaldado por la excelencia de Ediciones Ágora MX cuyo dominio técnico ha realizado un esmerado y cuidado trabajo con el diseño y la impresión de los originales de esta obra. La edición es pulcra, efectiva, discreta, como todas las de esta casa editora en los años que lleva alentando dignamente la edición independiente entre nosotros en Jerez y sus alrededores.

    En resumidas cuentas, conjeturo que la importancia de un libro como REALIDADES radica en su apuesta por la escritura ensimismada, intrigante, conspicua, e incisiva. Propone al lector adentrarse en la consideración de las cosas y en el sopesamiento mediante la formulación de hipótesis, de potenciales explicaciones, siempre a la caza de susceptibles interpretaciones.

    A fin de cuentas, REALIDADES resulta una pieza de orfebrería del pensar en cuyas páginas acontece el comentario críptico, mesurado, para refulgir indómito y zagas en medio de las palabras. La nota incisiva da estertores de vida y cintila sus secretos. El microensayo y el ensayema se dan cita para pensar, para hacernos pensar. Son breverías que convocan a la tribulación. En todo caso, un libro genial propiciando la práctica racional a donde quiera que lleve.

     

    [1] Ryszard Kapuscinski, citado según Víctor Roura, El apego de la mezquindad, Vivencias y decires en el periodismo, México, Editorial Lectorum, 2012, pp. 100-101.

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