Viernes 19 Abril 2024

Elvia Pérez ofreció ameno espectáculo unipersonal

A través de una canción tropical muy movida, arribó al escenario la narradora Elvia Pérez, quien, como buena cubana, vino a Zacatecas a traernos y contagiarnos de su candela, ritmo y sabrosura, gracias al Quinto Festival Internacional de la Narración Oral.


La Nave del Museo Rafael Coronel se encontraba llena en su totalidad, del público espectador que aguardaba los espectáculos unipersonales que se ofrecerían a lo largo de esta velada.

La narradora, una mujer de apariencia sencilla y frágil, contagió y despertó el ánimo de las y los presentes, a través de un espectáculo denominado Hay cuentos que no hacen ruido… por que andan en alpargatas.

En sus cuentos, nos narró historias que le pueden pasar a cualquiera, por ser tan cotidianas en la vida diaria. Fue por ello que las y los espectadores, prontamente se identificaron con cada una de las anécdotas.

Elvia comentó que ese espectáculo a honró a las personas que se nos han adelantado en esta carrera de la vida, y que han tenido que partir antes que nosotros por diversas circunstancias. Además, en nuestro país recientemente festejamos el día de muertos, excusa por demás apropiada.

Aprovechó para dedicárselo a su padre, quien fue la persona que le inculcó el amor por la música, el canto y los cuentos. Comenzó su plática y comentó que ella es de la Provincia de Villa Clara, en el centro de Cuba, y ahí, le contó su padre, en sus años de juventud vivió Alejo García.

Él sería el personaje principal de la historia, un hombre muy trabajador y dedicado, que un buen día se fue a un baile, de esos típicos y jacarandosos que se suelen dar en la isla; ahí le echó la mirada a una señorita, la más bonita de entre todas las mujeres que se encontraban en el salón.

Ella se llamaba Julia Miraval, a quien invitó a bailar, y conforme pasó la velada, Alejo se percató que ella era la mujer que tanto había soñado encontrar, pero lo mejor de todo, es que fue correspondido. La sedujo a través de bellas palabras, y Julia quedó totalmente prendida a él.

Alejo, como buen hombre trabajador del campo, le propuso matrimonio a Julia, quien le dijo que si, pues en sus ojos veía su honradez, pero que primero debía hablar con su padre, pues era huérfana de madre; pasaron los días y Alejo decidió que era hora de hablar con el viejo, un hombre también sencillo, trabajador y decente, quien le propuso que mejor esperaran, para hacerse de un poco más de bienes materiales.

Pasó el tiempo, Alejo cosechó más y obtuvo mayores ganancias; nuevamente fue con él viejo, quien le volvió a decir lo mismo, que esperaran; pasó otro año y obtuvo muchos más ingresos, fue con el viejo y le dijo que aguarde. Alejo, enojado, sospechó que él viejo no le quería dar la mano de su hija, después, se dio cuenta que se habían ido del pueblo, que abordaron el tren a la ciudad.

Alejo los alcanzó y fue cuando el viejo le dijo el por qué de su postergación, le mencionó que Julia estaba gravemente enferma, y que él conocía la bondad de Alejo, que por ello que no merecía estar casado con alguien que en poco tiempo moriría, el joven, sin prestarle atención a las palabras del viejo, le respondió que la casa que con tanto esfuerzo hizo, era para su hija, y que si él quería, también sería bienvenido.

De esta manera, a través de las historias que le contaba su padre, Elvia envolvió al público, quien quedó contento y satisfecho con cada una de las historias que interpretó y cantó, con ese dulce y mágico timbre de voz que posee, con el que, a través de mensajes, moralejas, reflexiones y anécdotas, nos recordó las situaciones por las que pasamos cualquiera de nosotros en la diaria, y todo, con el simple poder de la expresión oral.