Martes 23 Abril 2024

El chilango de la casa grande. Parte III

 

fronteraParte III: Días capitulares

 

Bienvenidos. Llegamos a la tercera parte de este Testimonio de la Frontera. La anterior quedó anegada en recuerdos negros de nuestro testimonio. Salvo su expresión en este foro, se ha despojado de ellos. Salpicó con esa tinta el mural habitual de la frontera, sus escenarios: el desierto, el hambre, la sed.

Adelantó un consejo: no rebasar las fronteras, resuelto en que esa práctica migrante es, antes que nada, peligrosa, pues es  un incierto camino en el que, obligados por la incapacidad gubernamental para generar empleos y hacerse de lo propio, se corre el riesgo de muerte.

Esta es ocasión para dar una pirueta al tema. Conoceremos su experiencia como trabajador, las condiciones con que vio transcurrir los años, las que considera efemérides de su estancia, los días capitulares y las batallas.

Días capitulares
La segunda ocasión que me reuní con Sergio vestía una playera café serigrafiada, obsequio de su expareja. En la playera se alcanza a ver la Estatua de la Libertad; debajo, cargado hacia la derecha de la imagen, un avión de combate.

Inevitablemente me llegó a la mente una cosa: la imagen es un tópico recurrente en Estados Unidos. Simboliza la libertad y es la versión más celebrada de su tenaz arquitectura. Naturalmente, a nadie le sorprende la poca ductibilidad de ese símbolo. Para los norteamericanos esa estatua representa esa práctica, capitular para su historia. Casi, únicamente, la libertad.

No es tan falso. Estados Unidos representa para muchos el lugar donde obtienen trabajo y con él sustento. Por su poder, surge como un país mediático por aquí y allá y su cultura extiende sus raíces por doquier. Ella, la exnovia de Sergio es un caso concreto. De nacionalidad colombiana, emigró a Estados Unidos en calidad de refugiada política, asilo que no encontró en otra parte.

frontera-1Sergio me dijo:

“La guerra en Colombia es muy complicada. Andan todos revueltos, Las Farc, todos se pelean. La gente está atemorizada, viven intranquilos. Mi novia se vino de allá por eso. En Estados Unidos le dieron asilo político. Vive mejor, más tranquila y accede a trabajo y casa. Ella me regaló esta playera, no sé si notó la estatua de la libertad, no sé. Tampoco si vio el avión de combate”.

-  ¿Cómo la conociste?

-   En un bar. Como aquí, la gente sale a divertirse y a veces uno pega el chicle.

-  ¿Tú ya estabas asentado, trabajabas?

-  Sí. Cuando estuve allá batallé para encontrar trabajo cerca de seis meses. Eso es una eternidad. Logré aguantar porque al contrario de mis amigos de Michoacán, mis padres me mandaban dinero a mí y no al revés. Pero sí intenté, salía a buscar, aprendí un inglés rudimentario. Buscaba en las empresas.

Finalmente entré de peón a una de ellas. Ganaba siete dólares la hora pero era suficiente. Me esforcé porque ahí podía crecer. Los gringos tienen en buen concepto a los mexicanos, saben que van a trabajar y que no representan problemas. Batallas más con los mexicanos que ya tienen tiempo allá. Te ponen más trabas y se aprovechan de las condiciones.

- ¿Qué hiciste?

- Luego de dos años logré crecer como me lo había previsto. Pasé a ser ayudante mayor y luego subí más. A los dos años ya era mayordomo. Tenía relación directa con los ingenieros y ganaba quince dólares la hora. Me iba bien. Me gustaba mucho mi trabajo, era lo que hacía cuando vivía en la casa grande, en Michoacán. Poco antes conocí a mi ex.

- ¿Cuáles fueron las condiciones que viste para los migrantes?

- Difíciles. Corres el riesgo de que te regresen. Más ahora, con las leyes y todo eso. Estando allá puedes tener trabajo, la gente contrata. Como en todas partes hay quienes te ignoran, quienes te aceptan y quienes te rechazan. A eso le tiras.

- ¿Porqué regresaste, te deportaron?

- No. Fue por un asunto familiar. Mi hermana me habló desde Las Vegas, dijo que mi papá estaba grave, en el hospital. Yo acababa de salir de problemas en mi trabajo, asuntos ilegales en los que me metí.

frontera-2Andaba mal con mi exnovia también. Ella no me perdona el haber regresado. No le avisé pero tenía mis motivos, sobre todo la angustia de la noticia de mi hermana. Decepción, cuando llegué a México mi papá estaba como si nada, pintando la casa. ¡Ey, tu qué haces aquí¡ Yo había dejado todo allá de buenas a primeras y nacho, por nada. 

- Después me cuentas por qué te metiste en problemas en tu trabajo.

- Sí. Cuando regresé a México fui a mi casa por mis cosas, al salir del trabajo. Mi exnovia no estaba. Me fue difícil llegar a Estados Unidos, insisto en que no vale la pena poner en riesgo la vida, pero cada quien habla como le va en la fiesta. Yo, al igual que muchos migrantes logré hacer muchas cosas gracias a mi trabajo.

La gente que va de paso es inofensiva, solo quiere ganarse el pan y la vida digna que su patria no les da. Allá viven dificultades y llegan aquí y se encuentran con mandatarios ultrarricos que andan peleándose por tonterías. No debería sorprenderles tanta migración ni mucho menos el descontrol que genera su incapacidad, que lastima

- ¿Qué sentiste al llegar?

- Salí un viernes por la tarde y llegué un domingo en la mañana al D.F. Me sentí bien, pero encontré el mismo caos y las mismas dificultades. Había propaganda política ensuciando las calles, llenándolas de tiradero, asqueando el panorama, me dio vergüenza. Cuando vi a mis padres me sentí feliz, creo que es lo único bueno de la migración: cuando regresas.

Allá, del otro lado, tomé un cambio de ropa y dinero antes de venirme. Me sorprendió una cosa. Cuando llegué mis papás notaron la playera. Les gustó la serigrafía de la Estatua de la Libertad.

 

El chilango de la casa grande. Parte I  

Parte II: Vía crucis

 

 

FOTOS: JONATHAN GONZÁLEZ

* Jonathan Conetl González es egresado de la Licenciatura en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Aunque es zacatecano actualmente vive en Mexicali donde realiza una investigación sobre el fenómeno migratorio. Terminó su primer libro de cuentos 'Palabras en primera persona' y el cuadernillo de poemas 'Distancias interiores'.