Sábado 20 Abril 2024
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San Pantaleón: entre joyas virreinales, jales y olvido

Un pequeño pueblo, casi “fantasma”, alberga entre sus calles polvorientas, casas abandonadas y montañas de jales o desechos de mina una de las joyas de arte virreinal más ricas que posee un templo en Zacatecas.

Pinturas y figuras novohispanas, libros en latín con portadas de cuero que datan de principios del siglo XVII, objetos litúrgicos de más de 2 siglos, un órgano del siglo XIX y vestimentas con hilos de oro, son parte del patrimonio del templo de la Noria de San Pantaleón, en Sombrerete.

La iglesia de más de 4 siglos de antigüedad tiene goteras y aunque hay el registro de 74 piezas consideradas bienes culturales por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no hay un cuidado de las mismas.

Si no fuera por la atención que ponen los pocos habitantes, de este tesoro quedaría muy poco, pues se ha ido reduciendo a medida que el pueblo ha ido quedando en el abandono.

Hace un siglo había más de 10 mil habitantes, quienes contaban con espacios de esparcimiento, como uno de los pocos cines que había en la región, así como un campo de béisbol donde competían equipos profesionales.

La bonanza que tenía el pueblo, ubicado a 20 kilómetros de la cabecera municipal, se remonta al descubrimiento de sus vetas, en 1553; a partir de ese año creció hasta convertirse en una de las localidades más importantes del norte de México, en el Virreinato.

san pantaleon antiguo 1

Aquellos días bulliciosos se fueron como el polvo que recorre las desoladas calles; apenas 50 personas habitan la Noria, uno de los pocos lugares que conserva el trazado de calles y edificios de antiguo pueblo minero.

La iglesia se mantiene cerrada, no hay sacerdote que la cuide y solo el 27 de julio reboza de fieles que festejan al santo patrono. Hay danzantes, conjuntos musicales, baile y regresan los habitantes que se fueron, o sus hijos, y llegan vecinos de localidades cercanas para revivir aquellos tiempos de vitalidad.

El custodio de las llaves del templo es Nicandro Raúl Sarellano Márquez, un minero retirado, quien hace de guía turista para quienes visitan la Noria de San Pantaleón, que de poco le ha servido estar en el patrimonio del Camino Real de Tierra Adentro para que las autoridades le pongan atención.

Las goteras y humedad de la iglesia son medianamente resueltas con parches que duran unos meses, y el escaso dinero para las pequeñas reparaciones lo pone la minera Peñoles, que tiene interés en las montañas de jales que hay en el lugar y opera la mina Sabinas, a pocos kilómetros del poblado.

Nicandro Sarellano recuerda que una joven enviada por el INHA en una ocasión acudió para hacer labores de restauración, pero al negarse los vecinos a que se llevara una pintura cortó varios pedazos a fin de revisarlos y prometió regresarlos, lo cual nunca hizo.

san pantaleon 2

Entre sus anécdotas recuerda a los sacerdotes que desde hace años acuden a dar las pocas misas, quienes se han llevado objetos “prestados” o los toman, sin avisar, para nunca devolverlos.

Un incendio provocado por un cortocircuito quemó parte de una pintura de principios del siglo XVII, hace 7 años, lo cual es solo una advertencia del riesgo que corre este legado histórico de perderse.

A 100 metros del templo de San Pantaleón se encuentra una pequeña capilla, a donde acude la mayoría de los pocos vehículos que llegan, tras pasar por un maltrecho camino de terracería. Ahí está el altar a la Santa Muerte.

La capilla fue construida hace 12 años con donaciones de los devotos, que la han convertido en el segundo centro de adoración de esta imagen en México, después del que hay en Tepito, en el Distrito Federal.

En el altar hay varias imágenes de la Santa Muerte que son llevadas por sus fieles, también hay testimonios de agradecimiento; uno de ellos de un soldado estadounidense, hijo de padres mexicanos, que regresó de Afganistán tras duros combates.

El encargado de la capilla es Raúl Sarellano, junto con su familia, quienes reciben lo mismo a elementos del Ejército, policías y otras personas a las que no preguntan por su actividad, ni tienen intención de indagar al respecto.

Los orígenes del culto a la Santa Muerte se pierden en una misteriosa imagen que llegó a la Noria a principios del siglo pasado, aunque se dice que era adorada varias décadas antes por los mineros expuestos a morir en cualquier momento.

De la imagen original solo queda la cabeza de “la niña blanca”, el resto fue consumido por el fuego cuando todavía estaba en el templo de San Pantaleón, de donde fue sacada porque los curas no aprobaban que estuviera y tuviera creyentes.

Otro atractivo de la Noria atrae visitantes y es único en el país: 3 montañas de desechos mineros que se fueron acumulando a lo largo de décadas de extracción y cuyas singulares grietas, riachuelos y color le dan una textura sorprendente.

La tecnología actual permite sacar provecho a estos jales y Peñoles ha puesto su vista en ellos, pero los habitantes temen que el último recurso minero que les queda les sea despojado sin que quede un beneficio a largo plazo a la comunidad, como la historia les ha mostrado.

En espera de apoyo de las autoridades y de una justa negociación con la minera, los pocos habitantes de la Noria de San Pantaleón se aferran a sus raíces, que en otros tiempos dieron tantos frutos y ahora los que se conservan están en riesgo de perderse.

 

Cómo llegar

La Noria de San Pantaleón se localiza en el camino a la mina Sabinas, que se conecta a la carretera federal 45. De la cabecera municipal de Sombrerete se parte hacia la ciudad de Durango y en el kilómetro 11 se toma el camino a San Martín, luego de 4 kilómetros y pasar este poblado se encuentra una desviación, donde hay un señalamiento que indica el camino a la Noria y Cerro el Papantón.

Puedes alejarte y desplazarte en el mapa para ver las vías de acceso:

 

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FOTOS Y VIDEO: MANUEL FRAUSTO